domingo, 19 de abril de 2020

PANDEMIA UNIVERSAL E INTROSPECCIÓN NACIONAL

Pandemia universal

Que la humanidad en su conjunto está en una hora crítica no es un megabulo. Que todos los gobiernos del mundo se enfrentan a una hecatombe económica nunca conocida salta a la vista. Millones de parados, millones de empresas en ruina, nos vaticinan días aciagos y de angustia generalizada de los pueblos al no ver salida y sentirse prisioneros de los acontecimientos que se suceden sin descanso. No tenemos respiro.

La cuarentena nos tiene encerrados en casa a miles de millones de personas en todos los continentes del orbe habitado. Tratando de encontrar sentido a nuestras vidas y al momento presente. La pregunta que yo me hago es la siguiente: ¿Qué clase de personas saldrán de esta crisis sanitaria? ¿Qué de bueno tendrán las lecciones del coronavirus después de su horrible presencia? ¿Qué ganancias sacaremos de tan enormes e inauditas pérdidas?

No puedo saber las reacciones ajenas que tendrán los demás ni tampoco meterme en sus cabezas para saber cuáles son sus pensamientos dominantes. Lo que tengo claro es que hay ideologías que no tendrán una nueva visión. Seguirán aferradas a rencores y odios prehistóricos, no solo no aprenderán nada, sino que se extremarán sus enconamientos sociales. Hay quiénes negocian con la pandemia y el mal que nos sucede resulta en sus beneficios. Sean para imponerle al mundo su hoja de ruta o para acaparar un poder inmenso que nos mantenga de rodillas a todo el planeta sumisos a sus designios. Convertido en un campo de concentración global. Aceptando, sin opinión propia, la opinión de nuestros opresores. 

Un mundo enfermo del coronaodio

Dicho esto les diré el efecto que está teniendo en mí la pandemia. En una sociedad megalómana como la actual, donde la glorificación personal y la acumulación de riquezas es el signo de nuestros tiempos, sin pensar en los demás y con absoluto desprecio por el prójimo, esta pandemia me reafirma en mis convicciones y principios morales. Los que me han guiado hasta hoy. Y a los que nunca podré renunciar. Siendo un adolescente pude darme cuenta de cuán importantes son los demás. Llegando a la conclusión de que si no fuéramos tantos seríamos verdaderamente tontos. La riqueza de una nación no está en sus reservas de oro.. ¡es en las reservas de sus gentes ahí está su riqueza!.. ¿Acaso no lo estamos viendo en esta horrenda pandemia? ¿Quién es ahora el que quiere estar solo, y ver las ciudades vacías sin aglomeración de personas? ¿De qué nos puede servir tener todo el dinero del Banco de España, las más fantásticas casas o palacios, el orgullo de una fama, sin compañía humana? ¿De qué sirve todo eso si no hay nadie si nos hemos quedado solos? 


Este es el oro de las naciones. 

En esta hora amarga, aprendamos que somos gregarios que nada merece la pena si falta nuestro semejante. Que uno puede tener mucho y ser el número uno en reconocimientos por su talento y su posición, pero necesita que otro le haga la ropa, le limpie la casa, le recoja la basura, le lleve el correo, le conecte a internet, le fabrique un lápiz, le arregle un grifo, le ponga a su disposición todo lo que él necesita para vivir y tener la existencia que tiene. El covid-19 nos enseña que somos una cadena humana de eslabones y que ninguno es una cadena si faltan algunos de ellos. Esta es la gran lección que nos enseña con hondo dolor y sufrimiento la pandemia si es que queremos aprenderla. El valor que tiene cada ser humano para nuestra efímera y triste existencia. Y si queremos verlo somos un gran jardín de infancia.

Esta es la introspección que hago y la que como nación deseo que hagamos por el bien de España y del mundo. Tras el coronavirus que la pandemia del amor arrase entre los españoles que se propague hasta los confines de la Tierra. No tendremos otra oportunidad. De hecho es la última para redimirnos individual y colectivamente. Será una pandemia de amor universal o nosotros dejaremos de ser. Nos amenaza el hambre, la pobreza extrema y la guerra. Si no lo comprendemos este mundo injusto, egoísta y cruel, tendrá un fin trágico. La Tierra podría desaparecer, instantáneamente, absorbida por la nada si se desata la locura del odio, y girar vacía y sin vida como tantos planetas lo hacen en las profundas soledades del espacio. Toda negra con sombras de muerte sin cielos azules. 

Un Nuevo Amanecer

miércoles, 15 de abril de 2020

PANDEMIA: ÁNGELES Y DEMONIOS EN ESPAÑA



Se lo estáis haciendo a Él

 La pandemia del coronavirus acaece como una secuencia inverosímil de sucesos. Un mundo pasmado observa el desmoronamiento de la humanidad. Nadie estaba preparado para ver a las naciones convertidas en tanatorios en tiempos de paz en descomunales morgues con montañas de muertos víctimas prematuras de un patógeno invisible. Ni los fecundos raudales de las imaginaciones más preclaras corren tanto como la pandemia en su viaje meteórico por los continentes de la Tierra. Un escenario dantesco va dejando a su paso. Y no hay ciudadano de la aldea global que no sienta sobre sus talones la presencia siniestra del covid-19. A medida que van pasando los días vemos a las sociedades más extenuadas más y más golpeadas psicológicamente y con gran angustia ante el incierto porvenir. ¿Qué quedará en pie el día después del coronavirus?.. es la pregunta que nos hacemos todos. ¿Qué va a ser de todos aquellos en los que pase de largo la mortandad? Muy verdaderamente el futuro inmediato es inquietante. Pero esta pandemia no solo nos muestra la fatalidad de nuestro momento histórico y los errores colosales sobre los que se asienta la civilización actual. Una concepción del mundo que habiendo olvidado la Norma de la creación se ve amenazado de un fin trágico, por injusto, egoísta y cruel.

Plaga mundial

Sin embargo en esta hora crítica los ángeles y los santos están mostrándose al mundo obrando milagros, maravillas y prodigios. Salvando vidas, dando la mano al necesitado, socorriendo al rico y al menesteroso. Velando las 24 horas por todos. Son esas figuras que vemos todos los días en los hospitales, los supermercados, en el ejército, van en motos de tráfico, en camiones de bomberos, en coches de policía, transportan las mercancías por todas las carreteras de España como camioneros, están en los servicios de limpieza, en las furgonetas de reparto, en correos, lavanderías, en las empresas que producen todo lo que necesitamos, en los barcos de pesca, en los hombres del campo, en las granjas, en los comedores sociales, en internet, en las compañías telefónicas, en las funerarias y en tantos y tantos servicios menospreciados con sueldos precarios y recompensas de miseria que este escrito si los escribiera llenaría una enciclopedia. Ahí estamos viendo las caras de los ángeles y de los santos en cada nación. ¡Qué cerca los teníamos y nos los veíamos! El coronavirus nos los muestra todos los días. 

Ángeles de España

En cuanto a los demonios no los vemos porque se nos presentan como ángeles de luz. Son maestros del engaño con pieles de cordero pero lobos voraces. Es difícil verlos porque han obnubilado nuestra mente y han poseído ideológicamente todos nuestros pensamientos. Aunque por sus obras podemos reconocerlos. Y también por su narración novelada de caballería en el enfrentamiento con la pandemia. Ellos representan la razón de la sinrazón que a nuestra razón se hace. 



He querido que la primera foto de este escrito reflejara el amor más puro. Es la representación del Redentor del mundo.  Es una imagen superlativa de todos aquellos anónimos y desconocidos que están siendo los ángeles guardianes.  Pero también para decirles que un amor tan grande, tan desinteresado, tan excelso,  es como si se lo diéramos a Él.